*México está a punto de tener una generación que no conoce la paz
*Con
violencia nadie gana, con la paz todos ganamos
Hace años que México entró
en un torbellino, de caos y sangre, del cual no ha logrado salir. Corrupción,
robos, saqueos, indignación, participación, delincuencia organizada, impunidad,
muertes, complicidad y un apocalipsis porque en todas las casas existe el
miedo. Las consecuencias son terribles, un cártel de profesores hace lo posible
por no dar clases y en consecuencia no generar lo más importante para una
sociedad: el recurso humano.
Desde 1988, a pesar de las
crisis se mantuvo un modelo económico y se consolidó la reforma del Estado. Las
paraestatales prácticamente desaparecieron y se entró en nuevo modelo de
competencia económica. Menos paternalista y de más trabajo. Con grandes
migraciones de México a los Estados Unidos, perfiles modestos, pero dolidos con
su origen y con su realidad, con el destino que eligieron (obligados o por
voluntad).
Con Calderón se presumió que
habían detenido a un delincuente con cientos de víctimas. La pregunta es a los
cuántos muertos un gobierno debe actuar y seguir siendo gobierno. La gente se
ofende cuando gobernantes dicen que los muertos se dan en involucrados. No se
puede confundir la realidad, México no tiene un problema de inseguridad,
tenemos un problema de INGOBERNABILIDAD porque los “gobiernos” no gobiernan.
Si la violencia tuviera un
manifiesto, con gente pensante que hubiera hecho una declaración de principios
y que justificará la violencia, en caso que fuera justificable, en ese momento
se convierte en lucha de clases. Sin embargo, no hay capacidad ni para redactar
un twitter, solo para votar con el mismo coraje con que se jala un gatillo, la
misma frustración de ver como con su acción derrumba un país. Así nadie gana,
con violencia todos perdemos.
En el pasado existían
figuras de poder institucional, mantenían el control del Estado. El delito es
condición humana, pero el castigarlo es responsabilidad del Estado y para guardar
la paz social todavía estuvo vigente el legendario Fernando Gutiérrez Barrios,
y las instituciones a su mando que ponían orden. Para eso son los gobiernos y
no se pueden comparar por número de muertos. Urge el Estado de derecho, la
protección a periodistas, el fin de la impunidad.
Con Calderón al final de su
sexenio, aparecieron las redes sociales y su poder incontrolable para la
denostación, la noticia falsa y lo visual sobre lo racional, tema que beneficio
a Peña Nieto, para llegar y retirarse, un sexenio de decepciones que acabó con
la vida institucional de los partidos políticos, de todos. Finalmente, MALO
atacó los vestigios del Estado Mexicano, acabó con sus estructuras, pero no ha
acabado con la esencia. Tampoco resolvió lo de Ayotzinapa, pero sí alentó la
rabia, el coraje, el odio de quienes han soñado con tener, y aunque no tenga,
conque el vecino se pierda calidad de vida, conque otros se queden con menos.
Su grito de guerra fue No robar, no mentir, no traicionar. Y a todo México nos
ha robado, a todos nos ha mentido y todos los mexicanos nos han traicionado,
incluyendo a lo que viven fuera de México.
Hace mucho que toda vida en
México es vulnerable. Lo más deseable es el orden y el control, pero somos
propensos al autoritarismo, por encima de las libertades fundamentales como las
de tránsito, las garantías jurídicas, de agrupación y de contar con Estado que
garantice la vida institucional. No hay garantías para nadie y el peor camino
que pudiéramos tomar es el del autoritarismo. Las redes sociales hacen su
parte, pero les hace falta contenido, no basta congregar, hace falta liturgia
para oficiar los sagrados honores a la paz y a la vida. Existe un sector de la
sociedad en silencio, no vota, sí trabaja, aguanta, pero está al límite. En
ellos está la esperanza del renacimiento mexicano.
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