Libertad, Tijuana, B. C., Mayo
03 del 2023.-De acuerdo con el periódico El País, el
Presidente “ha pedido que en tres meses Morena defina quién abanderará su
proyecto en las elecciones de 2024”. López Obrador habría dado “la
instrucción la noche del viernes, en una reunión en Palacio Nacional con
senadores de Morena a la que fueron invitados también los cuatro
aspirantes, que compartieron lugar junto a él en una mesa frente a los
legisladores, según han confirmado a El País dos fuentes presentes en
el encuentro”.
No tengo evidencia que lo
sustente, pero supongo que el cambio de fechas para elegir al candidato de
Morena, que en principio se había dicho que sería en diciembre, está
relacionado con lo sucedido la semana pasada. Me refiero al desmayo que tuvo el
Presidente y el contagio de covid-19 que lo dejó fuera de la escena
pública por más de tres días.
López Obrador está
obsesionado con su sucesión. Es su prioridad indiscutible y está cuidando hasta
el menor de los detalles. Su desaparición temporal de la palestra, debido a una
enfermedad, generó todo tipo de rumores asociados con la sucesión presidencial.
Las divisiones dentro de Morena ya están a todo lo que dan y quién sabe cuáles
serían las consecuencias de otra desaparición temporal del jefe máximo de ese
partido.
Por eso, tiene todo el sentido
que el Presidente se adelante y quiera dejar amarrado a su candidato porque, no
nos hagamos bolas, él será el que indicará con su dedo al afortunado.
Ya se van aclarando los
tiempos dentro de Morena. Primero, el domingo cuatro de junio vendrán las
elecciones de gobernador en el Estado de México (donde la candidata
oficialista, Delfina Gómez, tiene altas probabilidades de ganar) y
Coahuila (todo indica que el triunfo ahí se lo llevará el candidato
aliancista, Manolo Jiménez). De hacerse realidad lo que hoy apuntan las
encuestas, Morena quedará muy empoderado al haberse quedado con la
gubernatura del estado más poblado del país. Llegará al 2024 con una situación
territorial inmejorable, controlando 25 de los 32 gobiernos estatales.
Después de las elecciones de
2023, la mesa estará lista para elegir a su candidato presidencial. Si lo que
reveló ayer El País es cierto, para julio o agosto se llevará a cabo
el dedazo.
Hoy, más que un posible
desafío de la oposición en 2024, creo que el gran reto de AMLO y
Morena es procurar la unidad del partido rumbo a las elecciones de 2024. Esto
no sólo pasa por la “operación cicatriz” para apaciguar a los perdedores de la
elección presidencial. Yo soy de los que piensa que ninguno de los derrotados
romperá con el lopezobradorismo, abandonará a Morena y/o se irá a la
oposición. Todos acabarán negociando con el Presidente y su candidato algún
puesto que desempeñar en el próximo sexenio.
La unidad morenista también
pasa por miles de candidaturas que tendrán que definirse rumbo al 2024. Están
128 senadurías, 32 de ellas plurinominales. 300 candidatos a diputados
federales por distrito y 200 en listas de representación proporcional. Ni se
diga de la importancia que tendrá la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad
de México y de ocho gubernaturas: Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos,
Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Finalmente, habrá más de mil 500
candidatos a presidentes municipales y cientos a diputaciones locales.
Los distintos grupos dentro
de Morena se van a dar hasta con la cubeta por quedarse con estas
candidaturas. Tomando en cuenta que es el partido dominante, con mayor
probabilidad de ganar, conseguir aparecer en la boleta bajo el logo morenista
es lo más preciado para muchos políticos que aspiran a cierto puesto de
elección popular.
Así que, una vez definida la
candidatura presidencial, se tendrán que ir decidiendo las demás con el fin de
mantener la unidad del partido porque aquí sí, a diferencia de las cuatro
famosas corcholatas (Sheinbaum, Ebrard, López y Monreal),
puede haber divisiones que mermen la fuerza del partido en algún estado.
Detrás de toda esta operación
de definición de candidaturas y cicatrización de los perdedores, estará el
mismísimo presidente López Obrador. La decisión de adelantar los tiempos
del dedazo le otorga una mayor holgura para ir apagando posibles
fuegos.
Mientras AMLO está
dejando todo atado para su sucesión, la oposición sigue perdida en sus
múltiples laberintos. Están esperando a ver qué ocurre en el Estado de México y
en Coahuila en junio para comenzar a pensar qué les convendrá rumbo al 2024.
Bueno, pues el Presidente ya se los volvió a madrugar. Van a comenzar
tremendamente rezagados frente al oficialismo.
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