Marcelo Ebrard: las últimas horas del canciller en la SRE

* ¡Sonríe, todo va a estar bien! Es el lema que acompaña a Marcelo Ebrard desde el martes 6 de junio, día en que anunció su renuncia con una meta fija: regresar a Palacio Nacional, pero como el presidente número 66 de la historia de México. El hombre que acompañó durante 54 meses al presidente Andrés Manuel López Obrador vivió este lunes sus últimas horas como secretario de Relaciones Exteriores

Libertad, Ciudad de México, Junio 12 de 2023.-Alrededor del mediodía llegó a Palacio Nacional para hacer efectiva una decisión que tomó varios meses atrás. Hoy la reunión que sostuvo con el presidente López Obrador no fue para evaluar la política migratoria, la adquisición de vacunas contra el covid, para hablar de los retos en la relación México–Estados Unidos o para afinar detalles de una reunión internacional.

Hoy el aspirante a la Presidencia de la República se despidió del hombre que lo regresó a México y a la función pública en 2018. En un encuentro donde la mitad fue como secretario de Relaciones Exteriores y la otra como Marcelo Ebrard, el aspirante se despidió del presidente con una promesa: 'siempre seré tu carnal'.

“Hubo una primera parte que fue como el secretario de Relaciones Exteriores y luego ya le dije, me voy a poner mi camiseta y todo. Entonces ya hicimos una plática de amigos, como hemos sido hace tantos años, hace más de 23 años. Entonces me dio mi abrazo, me deseó éxito. Yo también a él por el bien de México.

Cuentas conmigo en todo, aunque ande yo recorriendo el país. Siempre seré yo tu carnal”, así resumió Ebrard su último encuentro como funcionario. A partir de este lunes 12 y hasta finales de agosto, Ebrard se enfocará en un solo objetivo: ganar la encuesta con la que Morena elegirá a su candidato presidencial.

El reto no es sencillo, así como tampoco lo fue en 2011 cuando lo intentó por primera vez, entonces con el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En aquella ocasión se midió en popularidad contra Andrés Manuel López Obrador. Ahora será con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación; Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, y posiblemente contra Manuel Velasco, del Partido Verde, y Gerardo Fernández Noroña, diputado del PT.

Que entre los adversarios no esté nuevamente el nombre de uno de los hombres más populares de México, le da confianza a Ebrard de poder ganar la contienda interna de Morena y que su nombre sea el anunciado el próximo 6 de septiembre.

Esta vez Ebrard no vistió traje y corbata, ahora lucía una imagen con una caricatura de Marcelo y una frase similar al “Sonríe, ya ganamos” que utilizó Andrés Manuel López Obrador en 2018. Antes de llegar a su conferencia, con la que arrancaron sus trabajos rumbo a ganar la candidatura, Ebrard recorrió el trayecto entre Palacio Nacional y República de Uruguay a pie. Decenas de simpatizantes flanquearon su camino y en todo momento le lanzaron porras.

¡Presidente, presidente ¡y ¡es un honor estar con el mejor! fueron las porras lanzadas a Ebrard y a la botarga del “carnal”, como se le conoce a Marcelo Ebrard. Casi a las 14:00 horas Ebrard llegó al mismo sitio donde el lunes previo se acordaron los detalles del proceso interno con el que Morena elegirá a su abanderado.

El encuentro de esa noche fue encabezado por el presidente López Obrador y ahí se definieron una a una las reglas: una encuesta con cuatro ejercicios espejo, renuncias al cargo, no debates, no cargadas y sí austeridad y respetar los principios de no mentir, no robar y no traicionar.

Arropado por su equipo de campaña, Ebrard tomó el micrófono para leer la carta de renuncia que presentó al presidente y en la que detalló el estado que guardan las relaciones internacionales y qué avances logró como canciller.

“No hay Plan B”, sentenció Ebrard sobre su proceso y manifestó su confianza de volver a Palacio Nacional, para lo cual incluso ya piensa en su equipo: Claudia Sheinbaum como secretaria de Gobernación.

Este lunes Ebrard entró como canciller a Palacio Nacional, pero salió como aspirante a la candidatura presidencial.

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